Tengo 34 años.
Mi marido es sevillano, y yo madrileña. Nos conocimos en Madrid, mientras él estudiaba Ingeniería Industrial y yo Enfermería.
Tras algunos años dando tumbos, e incluso estando separados por temporadas en función de dónde nos salía trabajo, ahora estamos que no nos lo creemos: ¡¡Los dos hemos conseguido unos buenos empleos en Sevilla!!
Pero llegar hasta aquí no ha sido fácil, hemos tenido momentos de mucho estrés personal y laboral, que han puesto a prueba nuestra relación de pareja y, en mi caso, han afectado a mi propia salud.
Hace tres años, empezaron a dolerme todas las articulaciones, desde la planta de los pies hasta el cuello. Al principio lo dejé pasar, pensando que ya se irían los dolores. Pero empezaron a afectar a mi vida normal, ya que no podía desenroscar el tapón de una botella o bajar la cinta de una persiana. Mis manos no tenían fuerza y además veía las estrellas incluso con esfuerzos tan básicos como esos.
Me puse en manos de un reumatólogo y tras hacerme un montón de pruebas, me diagnosticaron artritis reumatoide. Esta enfermedad es bastante frustrante y difícil de tratar. Es un trastorno en el que el sistema inmunitario se vuelve un poco loco y ataca por error los tejidos del propio cuerpo, generando inflamación crónica en las articulaciones y también, en ocasiones, en la piel, los ojos, u órganos como el corazón o los pulmones.
La cuestión es que el tratamiento de la artritis reumatoide no es fácil, porque se sabe poco de ellos y la medicina tradicional se centra en tratar el síntoma (la inflamación), básicamente con corticoides, pero no sabe cómo atajar la causa. Lo que parece clarísimo es que el estilo de vida influye mucho en la manifestación y progresión de estas enfermedades.
Así que hace año y medio, mi chico y yo decidimos dar un cambio de vida importante, mudándonos de domicilio en busca de una vida más saludable.
Decidimos venir a vivir a la urbanización, Hato Verde, en Las Pajanosas. Teníamos claro que nos alejábamos del centro y que la comunicación por transporte público desde Las Pajanosas al centro de Sevilla no es tan buena como la de otras zonas de las afueras. A cambio, el entorno tanto de la propia urbanización de Hato Verde, volcada a un campo de golf, como de toda la Sierra Norte, con sus lagos y senderos, era lo que íbamos buscando para luchar contra mi artritis reumatoide: un remanso de paz para que mi cuerpo y mi cabeza se equilibraran.
Como la decisión tenía sus pros y sus contras, mi marido, como buen ingeniero de mente analítica, tuvo claro que lo mejor era alquilar y probar qué tal nos adaptábamos al cambio. Así que hace año y medio pasamos de estar alquilados en un piso de 1 dormitorio bastante antiguo y sin terraza, en Sevilla Este, por el que pagábamos 750 €/mes, a estar alquilados en un bajo con jardín, de 2 dormitorios, en la urbanización Hato Verde, en Las Pajanosas, por 500 €/mes.
No tengo palabras para expresar cómo han mejorado mis dolores y mi energía, como un tratamiento de la artritis reumatoide. Hacemos muchísimo deporte. Pasamos muchas horas al aire libre. Dormimos mucho mejor porque literalmente no se oye un ruido, y llevamos una vida en comunidad muy activa. Todos los fines de semana tenemos algún “sarao” en casa de unos o de otros, o montamos una escapada en bicicleta o a caballo.
Hasta tal punto estamos contentos con nuestra nueva vida, y nos vemos ya estabilizados aquí, que recientemente hemos tomado la decisión de ser papás y hemos comprado un adosado en “Hato Verde Soul”, la nueva promoción que se está construyendo dentro de la urbanización de Hato Verde.
Contamos los días para que en el 2.025 nos den nuestra nueva casa y yo tengo el convencimiento de que voy a mantener bastante a raya a mi artritis reumatoide y que en ese momento no seremos dos, sino tres, los que estrenemos nuestro nuevo hogar.
